Intervenciones terapéuticas basadas en la metodología Gestalt
en los fundamentos teóricos de la Terapia Familiar Sistémica y en la P.N.L.
Hace varios años, cuando aún me estaba formando, tenía la presunción de considerar un posible recorrido terapéutico personal como una manifestación de mi debilidad. Afortunadamente, cambié bastante pronto de idea. Empecé a ir a terapia en un momento relativamente estable de mi vida, pensando que en este modo habría sido más capaz de sostener las cosas que podía ir descubriendo.
En 1963, Edward Lorenz matemático y meteorólogo estadounidense acuñó el término “efecto mariposa“.
Esta teoría declaraba que una mariposa podía batir sus alas y, al hacer que moléculas de aire se pusieran en movimiento tras el batido, hacer mover otras partículas de aire – que luego moverían otras moléculas adicionales, y así, este aleteo llegaría a ser capaz al final de influir en patrones climáticos al otro lado del planeta.
Se rieron de él, aunque hoy en día la física moderna corrobora el efecto mariposa, postulando que un acontecimiento aparentemente sin importancia en un punto del universo tendrá repercusiones en todas partes.
Cito este hallazgo científico porque, en el tiempo que duró mi recorrido personal, me ocurrieron muchas, muchas, muchas situaciones que pusieron patas arriba mi mundo emocional, como si las mariposas de mi esencia se propagaran hacia todos los ámbitos de mi vida.
Gracias a estas sesiones aprendí a llorar, a quitarme la capa de “Yo sola puedo con todo, y más”, a pedir ayuda, a masticar mi dolor, a revisar mis creencias acerca del amor de pareja, a darme permiso, a hacerme cargo de mí, a conciliarme con mis zonas de sombra, a descubrir por qué ciertas situaciones me hiciesen sufrir tanto, en fin, me conocí más y mejor. Y esta nueva versión de mí misma me gustó mucho, sobretodo con el paso del tiempo.
Ahora aplaudo aquellas personas que deciden embarcarse conmigo en un recorrido de autoexploración: hay que ser valientes, atrevidas, honestas y responsables consigo mismas para poder mirarse por dentro y, desde la bondad y la curiosidad, sanar las heridas y poner en orden todo lo que no lo está.
Cuando los puntos de tensión implican a la persona que hemos elegido como compañera de vida, estamos hablando de terapia de pareja. El objetivo principal de este tipo de intervención es tomar consciencia acerca del origen de las dificultades presentes en el aquí y el ahora, averiguar cuáles son las contribuciones por parte de ambos miembros de la pareja y propiciar un nuevo encuentro. Puede que este camino de aprendizaje lleve a una nueva etapa en la relación, y también puede que, de manera responsable y honesta, la pareja se dé cuenta de que ha llegado el momento de saber cerrar el vínculo que estuvieron construyendo durante un tiempo.
Cuando dos personas deciden emprender un viaje juntas, hay muchos factores que entran en juego: mis padres, los tuyos -o la ausencia de ellos-, mis ex, l@s tuy@s…como suelo decir, es un encuentro entre multitudes. Cada un@ llega con su mochila cargada de expectativas, experiencias y desgarros emocionales y muchas veces ocurre que me relaciono con la persona que tengo delante poniendo esta carga delante, moviéndome en base a ella. Paulo Coelho decía “No permitas que tus heridas te conviertan en alguien que no eres”. Me parece una frase preciosa que, para mí, incluye el objetivo principal de un camino terapéutico de pareja: el poder relacionarme contigo siendo consciente de mi punto de origen, para que mi modo de amar sea consciente, libre y sano.
En algunos casos es importante ampliar el zoom de la intervención e incluir el entero sistema familiar. En estos casos me muevo a través de las herramientas aprendidas en la Terapia Familiar Sistémica.
Este enfoque concibe la realidad desde una perspectiva holística e integradora, donde lo importante son las relaciones y los componentes que a partir de ellas emergen. Por tanto, su práctica pone especial importancia en la relación y comunicación en cualquier grupo que interaccione.
Suelo explicar esta metodología comparándola a los juguetes de Mecano: cada persona es como una pieza unida a los demás miembros que componen los varios sistemas que forman su mundo: el de pareja, el familiar, el laboral, el social…Cuando hay un cambio en una de estas piezas, el efecto se repercute a todo el sistema involucrado.
Puede además que, el rol que haya adquirido en el sistema de origen por antonomasia, la familia, se cristalice al punto de determinar mi modo de relación con mi entorno. Por ejemplo, si como hija mayor se me puso la etiqueta de “responsable y no nos decepciones” es posible que vaya moviéndome en mis relaciones de pareja, de amistad y profesionales con estas cargas que van a influenciar mi modus operandi, y puede que mermen mi capacidad para ser la versión de mí misma que realmente deseo. El trabajo en este sentido es explorar los mitos familiares, las lealtades ciegas, los roles transgeneracionales para poder llegar a construirme mi identidad, más allá de los patrones aprendidos en familia.